domingo, 17 de julio de 2022

PERSPECTIVA DESDE EL 2"C"

 

                                              

 

Envuelta en una vorágine de furia, Mariela sacó mi pecera de la mesa de luz y la dejó sobre el alféizar de la ventana que daba a la calle.

 Luego, movió a los apurones algunos muebles de su lugar y los amontonó cerca de la puerta de entrada del departamento. Inmediatamente después, se puso la campera que estaba tirada sobre la mesa y salió sin siquiera darse vuelta, sin despedirse. No ví su rostro, pero sé que lloraba.

En el medio del tsunami que se formó en mi pecera, hice un  enorme esfuerzo para darme vuelta y pude mirar hacia afuera. Mariela cruzaba la calle a paso ligero, casi corriendo. Al doblar la esquina, la perdí de vista. La sacudida del cambio ahora mecía el agua en un vaivén angustiante y doloroso. Tuve una sensación de ahogo; una sensación extraña para un pez.

Los latidos dentro de mi pecho se sucedían en una secuencia circular de golpes crecientes. Entonces, intenté calmarme, alcé la mirada y mis ojos quedaron fijos allá, lejos. En lo alto. arrinconado entre tres grandes moles, como los muebles del departamento, apareció ante mí aquel mundo del que tanto me había hablado Mariela ¡Eso era el mar, seguro, era el mar! Celeste, como dijo ella; inmenso, con olas que dejaban a su paso huellas blancas que zigzagueaban de un lado a otro. 

Mariela solía decirme que quería liberarme en el mar y cuando eso ocurriese ya no iba a necesitar cambiar el agua ni limpiar el respirador. Y yo no tendría que preocuparme por si ella se olvidaba de darme de comer. Algún día me iba a llevar ahí y por fin podría andar libre y sin rumbo. Al principio pensar en ello, me asustaba.

                                                    

Ya han pasado dos días desde que Mariela cerró esa puerta. Aquí en mi pecera, el agua se calmó.

Quisiera que vuelva, tengo hambre.

 Quisiera que vuelva. Casi no puedo respirar.

 Estoy un poco cansado. Nunca en mi vida cerré los ojos. No sé hacerlo, aunque podría intentarlo. Quizás así no sufriría su ausencia. Quizás si llego a lo lograrlo, pueda imaginar con mayor claridad, hasta que vuelva Mariela, todo aquello que voy a hacer cuando esté libre, allá arriba en el mar.

 

PERSPECTIVA DESDE EL 2"C"

                                                              Envuelta en una vor á gine de furia, Mariela sac ó mi pecera de la mesa de...