lunes, 4 de enero de 2021

DISTANCIAMIENTO 

- ¡Che, acá, entre nosotros, te podés sacar el barbijo!, ¿no te das cuenta que no te escucho bien, ni te puedo leer los labios? Es como un desprecio… Ni me acercaste tu mano. ¡Che, no te voy a contagiar nada!

- Tenés razón, ya sé, acá no pasa nada… es que no me acostumbro - dije, sin levantar la cabeza-.

- ¡Bueno, dale!,  me decís eso cada vez que nos vemos; pero hoy... hoy es una noche especial; dijiste, me juraste,  que te lo ibas a sacar y que me ibas a abrazar; y,  por lo menos pretendo que brindemos; dale, chocamos copas, un abrazo y listo; nadie se va a enterar... Jingle bells, Jingle bells!

    Para nada convencido, pero importunado por mi promesa, fui desenterrando de mis orejas  y de mis pómulos, los elásticos del barbijo gris, dejando al descubierto mi bozo  transpirado y mi mentón lleno de dolorosos granos rojizos. Mis ojos inundados ya  casi no veían a mi compañía de esa Noche Buena, a la que solo vislumbré como una silueta difusa cuando, frente al espejo, encaré mi rostro y al  levantar la mano con mi copa de champán, el reflejo copió idéntico movimiento. Si no hubiese sido por mi visión poco nítida, podría asegurar que estaba llorando.

                                                                                                              Ro Campiotti

PERSPECTIVA DESDE EL 2"C"

                                                              Envuelta en una vor á gine de furia, Mariela sac ó mi pecera de la mesa de...